martes, 17 de noviembre de 2015

El poder de la llamada.



El teléfono sonando y ella pasando. Él esperando, esperando, esperando... ¿A qué exactamente? 

¿A que le respondiera, o a decirle todo lo que le gustaría que supiera que por cobardía no se atrevió?

La llamada silenciosa se quedó en un simple suspiro. 

Miles de preguntas, incertidumbres e incógnitas impacientes por ser resueltas, pero la cuestión es que ella tampoco sabía responderlas. 
Ella solo se cuestionaba: ¿Por qué? ¿Por qué ahora? Yo solo pedía un mínimo interés, unas horas de su tiempo, un simple ¿qué tal estás? Yo solo pedía ser la única ilusión que tuviese su corazón, en definitiva, verlo feliz.




Andrea San Martín Nieto.







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