martes, 3 de enero de 2017

Preguntas y respuestas.


¿Alguna vez aun sabiendo la respuesta correcta fallaste por inseguridad a decirla a viva voz?

De repente sin yo quererlo, te diste cuenta. No era consciente de que te percataste. Con tan solo mirarme, lo entendí. Entendí qué me estabas preguntando.
Y por más que intentaba articular palabra, no podía, tartamudeaba hasta que me salvaste, otra vez.
Otra bendita, o maldita, vez. Sí, otra vez, tu insistente manía en querer saberlo todo. En ponerle etiqueta a todo y marearme con cada nomenclatura atribuida a cada situación.
Con tan solo poner tu dedo sobre mis labios mostrabas que no era necesario responder. Qué bien me conoces, cómo sabías mi contestación.
El problema es que cada vez que tengo una respuesta, te cercioras en cambiar las preguntas. 
Estamos en una montaña rusa que consigue elevarme hasta el cielo, pero que cada vez que me subo tengo miedo.