domingo, 2 de marzo de 2014

Las Hilanderas - Diego Velázquez.


LAS HILANDERAS O LA FÁBULA DE ARACNE.





HISTORIA MITOLÓGICA DE LA OBRA.

En esta obra se observa en el primer plano a cinco mujeres hilando, en la parte posterior de la composición aparece un tapiz en el cual se sitúan otras cinco mujeres.
En este mismo tapiz, en el centro aparece una mujer, ésta es Aracne y era la mejor tejedora de todo el reino, es decir, era muy famosa por tener gran habilidad para el tejido y el bordado.

Atenea era una de las diosas inteligentes, además de la diosa de la guerra, quiso retar a Aracne haciendo un tapiz. Aracne aceptó y en su tapiz realizó una ofensa a la diosa Atenea, ya que dibujó y representó el rapto de Europa, esto se debe a que su padre Zeus estaba enamorado de la ninfa Europa, y con el fin de conseguirla se convirtió en toro para poder raptarla y conquistarla. 
Por ello en el tapiz representó a la diosa Atenea, con su casco de guerra, y a Europa.


En cambio, el tapiz de Atenea representaba una guerra. Como consecuencia a esta burla, Atenea vengándose convirtió a Aracne en araña condenada a tejer eternamente.

COMENTARIO DE LA OBRA PICTÓRICA.

Las Hilanderas o la Fábula de Aracne. Obra pictórica realizada por Diego Velázquez en 1657. Arte Barroco (s. XVII – XVIII). Óleo sobre lienzo. Carácter mitológico. Situada en el Museo del Prado.

Esta composición pictórica muestra dos escenas independientes en un interior, en el primer plano aparecen cinco mujeres, entre ellas la diosa Atenea, que de forma natural preparan las lanas para la fabricación de tapices y en segundo plano otras mujeres todas ricamente vestidas.

Este cuadro es considerado como un cuadro de género o de costumbres, en el que la composición pierde ese equilibrio.
En el fondo de la composición, en un nivel más alto que el resto del cuadro, hay un tapiz en el cual un grupo de cinco figuras, dos de las cuales son Aracne y Palas (Atenea), es decir, la mitológica tejedora y la diosa  ofendida que viene a castigarla  por sus insolencias, convirtiéndola en araña. Otra vez más se puede ver en sus obras, la idea general de situar el tema fundamental en el fondo del cuadro, dedicando a la ambientación los primeros planos. Al igual que en “Las Meninas”, cinco son también las obreras que ocupan los primeros planos, todas ellas en actitudes y movimientos muy naturales y propios de su oficio y del barroco. La amplitud del espacio es menor que en las Meninas, y protagonista del cuadro es la luz más que la profundidad, ya que tiene un papel muy importante al convertirse en el problema técnico más típico del barroquismo. La luz del fondo crea una gradación de contraluces alterada por un foco que ilumina el primer plano. Aunque Giotto se preocupase por la perspectiva, y Leonardo da Vinci la consigue, fue Velázquez quien realmente perfeccionó la perspectiva aérea como se puede ver entre los espacios y la profundidad de la obra, abandonando la perspectiva lineal. La paleta del autor destaca por los colores cálidos, pardos y algunos fríos, predomina el color sobre la línea.
Las figuras del fondo y los radios en rápido movimiento de la rueda de la vieja hilandera son plenamente impresionistas, ya que Velázquez alcanza el máximo desarrollo de su pincelada impresionista que tanto cautivó a pintores posteriores.
Con esta fábula, Velázquez quiere indicarnos que la pintura es un arte liberal, igual que el tejido de tapices, no una artesanía como la labor que realizan las mujeres en primer término. La iconografía simbólica puede parecer una cuestión secundaria dada la riqueza formal de la obra.

Función didáctica y religiosa, ya que el arte era propagandístico.

Se podría comparar con Las Meninas, obra pictórica también de Velazquez, por la finalidad que tiene de representar la escena importante en un segundo plano, y en primer plano la obra costumbrista, es decir, poner el mensaje en un segundo plano es un juego típico del Barroco.

Contextualizando la obra, el arte barroco se caracteriza por ser un arte propagandístico, ya que en Europa se estaban produciendo profundos cambios debido a la reforma luterana y a la Contrarreforma, por tanto el Concilio de Trento, junto con la iglesia, tenía la función de llamar la atención de la población mediante las obras.

Como curiosidad, esta obra fue pintada para Don Pedro de Arce, Montero del Rey. Además estuvo en el Palacio del Buen Retiro entre 1734 y 1772, citándose después en los inventarios de 1772 y 1794 del Palacio Real de Madrid y en 1819 ingresó en las colecciones del Museo del Prado hasta la actualidad.