Adoración
de los Pastores. Obra pictórica realizada por Domenicos Theotocópulos (El
Greco). Arte Renacentista (s. XV-XVI).
Óleo sobre tela. Situada en el Museo del Prado.
En
esta obra pictórica se pueden observar varios personajes, en la parte inferior
los personajes están adorando al niño y en la parte superior se observan
ángeles.
La
escena se desarrolla en dos zonas superpuestas, uniendo perfectamente las
atmósferas celestial y terrenal. Todas las figuras están alargadas, el alargamiento
longitudinal de las figuras era un recurso muy usado en el arte religioso
europeo, particularmente del gótico. El Niño, como ocurre en la pintura
veneciana de la que tanto aprendió el maestro, es el foco de luz de
donde parte el haz luminoso que alumbra a todos los personajes. Es una luz
fuerte y clara, ya empleada antes por el artista, que matiza los colores
como ocurre con las túnicas de la Virgen o de San José. Surge la idea de la luz
dirigida que ilumina selectivamente apareciendo el claroscuro, esta
técnica la desarrollará Leonardo.
La
pincelada es totalmente suelta y los saltos de perspectiva que
utiliza hacen que se rompa con la unidad espacial. La perspectiva es la gran
conquista del pintor renacentista, representando un plano bidimensional, con
una tercera dimensión, la profundidad.
Las
figuras son gigantescas, debido a su deformación ocular, sobre todo el
pastor arrodillado en primer término. Los tonos eléctricos empleados demuestran
el gusto por unos nuevos colores inspirados en el Manierismo.
La
peculiar estilización de las figuras del Greco llega aquí al máximo, piernas
largas y musculosas, tórax en disminución, pequeñas cabezas apuntadas.
Función
meramente religiosa y propagandística, ya que guarda una gran vinculación con
el ámbito religioso y rinde culto a la religión, como se ve reflejado en esta
obra.
Esta
obra se podría comparar con el Entierro del Conde de Orgaz, también del mismo
autor, ya que hace la división entre el mundo celestial y el terrenal en toda
su composición.
Contextualizando
la obra, al pertenecer al periodo renacentista, surgido en Italia, resurge esa
influencia humanística de los clásicos, pero sin renunciar a la tradición cristiana.
Los artistas comienzan a firmar sus obras y se incorpora la perspectiva como
instrumento del proyecto del edificio y de la obra de arte.
Como
curiosidad, el destino original de esta excelente Adoración de los Pastores era
la capilla de la iglesia toledana de Santo Domingo el Antiguo en la que iba a
ser enterrado El Greco.
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